miércoles, 9 de mayo de 2012

Los derechos y deberes de los periodistas bolivianos en la Constitución Política del Estado

*Nicolás Ferrnández Motiño

Al-Azar
Mayo es el mes de los periodistas. Celebran el Día Mundial de la Libertad de Prensa (3) y el Día del Periodista boliviano (10). Desde la asunción del presidente Evo Morales Ayma, los periodistas han hecho noticia de ellos mismos, como en ninguna otra época política.
Tres organizaciones periodísticas, en particular, vanguardizan la oposición mediática: la Asociación de Periodistas de La Paz (APL), la Asociación Nacional de la Prensa (ANP) y la Confederación de Trabajadores de la Prensa de Bolivia (CTPB). La primera asocia a comunicadores y periodistas titulados, la segunda agremia a los propietarios de medios de comunicación social y el tercero a todos los trabajadores de medios sin distinción de títulos. Así, se constituyeron en un formidable altavoz de sus pretensiones.  
“(..) enfrentamos y resistimos la peor embestida del poder político contra la libertad de expresión y el periodismo”, así reza la dramática presentación del texto “Defensa de la Libertad de expresión (APLP, 2010)” que justifica la férrea oposición a los artículos 16 y 23 de la Ley contra el Racismo, considerados como “Ley mordaza”.

La agresividad verbal subió de tono antes, durante y después del nacimiento de la nueva Constitución Política del Estado (2009); del tratamiento de la Ley contra el Racismo y contra la tibia sugerencia, no oficial, de modificar la Ley de Imprenta de 1925, declarada y considerada como “patrimonio”, incluso, supra-constitucional.

Periodista con mordaza dentro del Palacio
La vapuleada Constitución no ha merecido de parte de la oposición mediática una detenida consideración, cuando menos comparativa y pública, en cuanto a los derechos y deberes de los periodistas que el Estado Plurinacional les garantiza desde hace cuatro años.

Ningún profesional de ninguna especialidad está incluido de manera específica en el texto constitucional, como lo están los periodistas, a quienes el Estado garantiza “la libertad de expresión, el derecho a la comunicación y a la información (106, III)” y la “cláusula de conciencia (106, IV)”; y constitucionaliza -también como privilegio- sus códigos de ética, su auto-regulación y “su ley” -de Imprenta se entiende- (107, II).

En contra partida, el Estado Plurinacional impone, como es natural a todo derecho, deberes como el de “contribuir a la promoción de los valores éticos, morales y cívicos” de la comunidad (107, I), “respetar los principios de veracidad y responsabilidad (107, II)” y de otros generales como la promoción de los derechos, difundir los principios y valores constitucionales, fomentar la cultura de la paz, denunciar y combatir los actos de corrupción, defender la unidad, soberanía y la integridad territorial, defender el patrimonio natural, económico y cultural de Bolivia, los recursos naturales y medio ambiente (108).

Los empresarios silenciaron sus periódicos
La “veracidad” constitucional generó también la resistencia de aquellas organizaciones periodísticas en franco desconocimiento de sus propios códigos de ética en actual vigencia que obligan a sus afiliados: “Defender el derecho del pueblo a ser informado oportuna y verazmente (I y IV; APLP)”; “Los periodistas están siempre al servicio de la verdad (I, CTPB) y “La comunidad tiene derecho a estar informada veraz y oportunamente (1, ANP)”. “En este sentido, el constitucionalismo, como el mejor límite legítimo del poder y de la arbitrariedad, emplaza al periodista a cumplir un deber: buscar y garantizar la verdad en pro de la comunidad (Gómez A, 2010)”.

Los derechos a la libertad de expresión, comunicación e información no son de ejercicio exclusivo de los periodistas o dueños de los medios de comunicación. Los derechos civiles como la privacidad, intimidad, honra, imagen y dignidad, libertad de pensamiento y de acceso a la información, con su correspondiente difusión por cualquier medio (2) y los derechos a la comunicación y la información, a la libertad de expresión, rectificación y réplica “sin censura previa”, imponen a la relación ciudadano - periodista el deber de respetar y permitir el ejercicio de estos derechos.

La prohibición constitucional de la censura previa data desde la primera Constitución (1825 - 1878), con su más alta expresión en la Constitución de 1851: “Ellas (las leyes) no podrán jamás someter a la prensa a previa censura”. Y su posterior desaparición del texto constitucional (1938 – 2004) (Félix C., 2003).

La recuperación de la prohibición de la censura previa, instrumento valioso del periodismo, se entiende en las condiciones que señala el bloque de constitucionalidad sobre derechos humanos para el ejercicio de la libertad de expresión, su ulterior responsabilidad en caso de excesos y sus limitaciones que “puede estar sujeto a ciertas restricciones que deberán, sin embargo, estar fijadas por ley (Huerta, L., 2002)” como es la Ley contra el Racismo.

El nuevo contexto político nacional y su correspondiente Constitución Política del Estado imponen, pues, la necesidad de una actualización, reforma, modificación, adecuación, o como quiera llamárselo, de la Ley de Imprenta de 1925 –vigente en cuanto a su parte dogmática y paralizado en su procedimiento por Jurado de Imprenta- para un justo y democrático ejercicio de los derechos y deberes de los periodistas y ciudadanos en materia de libertad de expresión, comunicación e información.




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10 de mayo, Día del periodista boliviano

Anécdotas en la labor PERIODÍSTICA
Revista 7 Días
“No hay mejor oficio que el periodismo”, indica Gabriel García Márquez, Nobel de Literatura. Es que detrás de las noticias existe un sinfín de historias que viven los periodistas en el afán de conseguir la información para la sociedad. Dos reporteros recuerdan algunas anécdotas.

Redacción Cambio
“Como periodista, uno sufre o disfruta por los encabezados y el manejo que hace de las noticias; gozamos cuando hallamos una joya, pero sufrimos como perros cuando vemos la forma en que se maltrata el idioma”, señalaba Márquez, cuando cumplía sus 81 años en septiembre de 2008.
Es en el ejercicio de la profesión que los periodistas recuerdan algunos de sus sufrimientos y anécdotas, antes con el cuaderno y la máquina de escribir, ahora con las computadoras y las grabadoras digitales en la prensa escrita.

Recopilación de Roberto Cuevas R.
La redacción de un periódico o la sala de prensa de una radio han sido siempre escenarios de las más sabrosas anécdotas de quienes escogieron como profesión el trabajo periodístico.

En periódico suman cientos que, lamentablemente, no han sido testimoniadas en documento escrito, salvo algunas recogidas por Gonzalo Viscarra Pando en su libro “Los colgandijos”.

Colgandijo fue el apelativo que el político beniano Rubén Julio les dio a los reporteros de los años sesenta por el manejo de los micrófonos y de sus grabadoras portátiles, que eran técnicamente ‘colgados’ frente al protagonista de la noticia. Hoy los ‘colgandijos’ son ‘señores periodistas’.

Los titulares de los periódicos, antes y hoy, son siempre vulnerables a errores de lenguaje, como el redactado por el fallecido Pepe Vidaurre, quien publicó a ocho columnas en el matutino católico Presencia: “La solución a la mediterraneidad de Bolivia es una salida al mar”, o los suplementos de crónica roja en los que se subtitula una noticia con la frase “El cadáver responde al nombre de Juan Pérez”.

Pero también están los famosos titulares de Coco como: “Cholita perdió virginidad por agacharse a recoger sombrero”, o “Y le dijo a su mujer, manzana, manzana…”, “Cinta negra derribado de una huarak’aso por joven mastuco”.

En radio, dos personajes adquirieron notoriedad por sus anécdotas: Jorge ‘Gordo’ Mendoza y Sergio ‘Chipiro’ Morón, el primero en Altiplano y el segundo en Méndez. Algunas endosadas.

Del ‘Gordo’ Mendoza

—Coco, Coco, tengo un reportaje a un niño procaz en el subterfugio.
—Niño precoz en el subterráneo, gordo.

—Eso, eso, eso.
—Coco, Coco, creo que al presidente Torres lo van a desenfrenar.

—Defenestrar, gordo…
—Eso, eso, eso.

—Coco, Coco, la Reina de España había sido toda una legumbre.
—Lumbrera, gordo.

—Eso, eso, eso.
—Coco, Coco, me han ofrecido trabajo en el Servicio de Caminos. Tienes que ayudarme a escribir mi Vía Crucis.

—Currículum Vitae, gordo.
—Eso, eso, eso.

—Coco, Coco, hoy no voy a ir a trabajar.
—¿Por qué?

—Porque se me ha roto un diente y me han puesto una próstata
—Prótesis, gordo.

—Eso, eso, eso.

Del ‘Chipiro’ Morón

Durante el gobierno del general Barrientos, el magnate norteamericano Rockefeller llega al Aeropuerto de El Alto como Embajador de Buena Voluntad de los Estados Unidos. Los estudiantes y sectores de izquierda arman tal alboroto que el avión permanece allí y Rockefeller en el Salón VIP. Al cabo de dos o tres horas, decide no bajar a la ciudad y en ese momento ‘Chipiro’ Morón sostiene con el redactor de radio Méndez el siguiente diálogo:

—Oí, te cuento que Rockefeller no baja a La Paz, se va al Beni.
—¿Al Beni?, ¿pero allá no hay pista para el tipo de su avión…?

—Puej, yo escuché bien claro cuando los pilotos dijeron “Noj vamo a Trinidad y Tobago”.

—Oí, te via dar noticias de última hora.
—Dale.

—(Comienza a dar información y su jefe pide inmediatamente el periódico Última Hora).

—Oye desgra, me estás dando noticias de Última Hora.
—Puej, te lo dije, son de Última Hora.

Otra de periódico

Guido Franco, periodista de los tiempos en que había que andar “con el testamento bajo el brazo”, redactaba material junto a sus colegas en la redacción del entonces periódico Hoy, de Carlos Serrate Reich, en el edificio de la avenida 6 de Agosto, que hoy es ocupado por la Universidad.

Al promediar las diez de la noche, en uno de los pisos superiores del edificio explota una garrafa de gas licuado sin mayores consecuencias, por la cantidad de gas que le quedaba, pero produjo un ruido infernal.

Lo primero que hacen los periodistas es tirarse al suelo pensando que se trataba de un atentado y, en medio del pánico colectivo, Guido consigue llegar a un teléfono y grita: ¡¡¡ Qué número es el 110, qué número es el 110!!!

Nicolás Fernández Motiño
Recuerda:
Un anónimo distribuyó panfletos con el caso de tráfico de armas, en 1991 o 1992. Nadie le dio importancia, incursioné en la investigación y resulta que el anónimo era verdad. El documento comprometía a la Cancillería, Ministerio de Defensa, FFAA, Policía, Migración y otros. Tenía papeles membretados de estas instituciones que compraron armas grandes y ligeras, como cañones, misiles, ametralladoras, que nunca llegaron a Bolivia, que fueron desviados a países en conflicto bélico internacional (…). “Me dieron un premio en la Asociación de Periodistas por este trabajo”, relató el periodista.

“En otra oportunidad, un general de las FFAA me hizo entrega de documentación sobre los misiles chinos. Confirmé el dato con la Embajada de EEUU, el Ejército y otras fuentes. Estaba listo para publicar y mi director se opuso tenazmente. Me exigía pruebas fotográficas de cómo estaban sacando los misiles de manera clandestina. No supo hacer la diferencia entre la prueba periodística, o la información periodística, con las pruebas de un caso penal o policial. Supe después que este director era asesor del ex presidente Rodríguez Veltzé y por ello se oponía a la publicación. Evo (presidente actual de Bolivia) se animó a publicar los documentos y el caso de los misiles estalló con las consecuencias conocidas”, recordó Fernández.

En Bolivia, el Día del Periodista se celebra cada 10 de mayo, fue instituido en la presidencia de Germán Busch mediante decreto supremo de 1938, el que considera a los periodistas como impulsores de la cultura, del progreso colectivo y por su servicio a la sociedad.

La norma también reivindicó los derechos de los trabajadores de la prensa, relacionados al seguro de salud y otros beneficios sociales.

(Revista 7 Días, Cambio /6/5/12)