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Los restos del sacerdote jesuita y periodista Luis Espinal (22 de marzo de 1980) |
Lo
conocido: fue secuestrado por paramilitares, conducido al matadero, colgado
como animal, torturado y fusilado. Luís Espinal C. fue plagiado el 21 y muerto
el 22 de marzo de 1980 por paramilitares enviados por Luís Arce Gómez. Ironías de
Luises tan diferentes, el uno santo y revolucionario y el otro simplemente
criminal, como su socio Luis García Meza.
Este
asesinato fue el preludio del golpe de estado en Bolivia–en julio de 1980- organizado por
bandas de narcotraficantes, como Roberto Suárez Gómez –primo de Luis Arce Gómez-,
paramilitares entrenados por mercenarios alemanes como Klaus Altman B., el “carnicero
de Lyon”, el jefe de ADN Hugo Banzer S., y activos militantes del viejo MNR y
la fascista FSB, y los comandantes de las Fuerzas Armadas, lideradas por Luis
García Meza, que contó con el asesoramiento de militares golpistas de
Argentina.
La autopsia – crucifixión
Reconstruido
el hecho criminal, sobre la base de la autopsia practicada por los médicos
forenses Félix Romano y Rolando Costa Ardúz, el periodista habría muerto así:
“Herida
profunda sobre la ceja derecha”. Uno de los paramilitares tuvo que haberlo
golpeado con la culata del arma para reducirlo. Y, otro lo dejó “ambos labios
fuertemente golpeados”, probablemente para que no pidiera auxilio.
En
el matadero de Achachicala, fue atado de manos y colgado hasta provocarle “equimosis
multiformes a nivel de ambas muñecas, preferentemente del lado derecho”. Y,
enseguida golpe tras golpe, hasta dejarlo con “mancha roja que cubre todo el pecho”
y “la fractura del hueso esternal”.
Uno
de los paramilitares –furioso de no obtener nada de su víctima- tomó su
automática, con “balas blindadas” de 9mm, y apretó el gatillo. La ráfaga de 18
proyectiles destruyó el “tórax y el perineo, pulmón derecho, costilla,
intestino, estómago, riñón derecho, pie derecho, columna y glúteo izquierdo”.
Causa
de la muerte: “Hemorragia aguda por múltiples lesiones esquelético – viscerales
provocadas por paso de proyectil de armas de fuego” y “traumas provocadas en vida”.
Han
transcurrido 33 años del martirio de Luis Espinal y ninguno de los “luises”
criminales, ni sus verdugos paramilitares, han pagado por este sacrilegio. En
cambio, el pueblo movilizado, dio su propio veredicto: “Arce-sino”, “Arce-sino”,
“Arce-sino”.
Nicolás Fernández Motiño
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